Cirque du Soleil conquistó el corazón argentino
Por Daniel Merolla
El espectáculo “Saltimbanco”, del canadiense Cirque du Soleil, conquistó el corazón de los argentinos, que agotaron casi 150.000 localidades para verlo por primera vez.
Una de las rituales escenas de “Saltimbanco”, el espectáculo que convocó a ciento cincuenta mil argentinos.
lunes, 15 de mayo de 2006
La célebre compañía nacida en 1982 tampoco tiene magos, pero si hay algo que no le falta es magia, ilusión y fantasía dentro de su monumental carpa de 20.000 metros cuadrados instalada a orillas del Río de la Plata.
“El Cirque du Soleil es una apertura al juego teatral y a la danza contemporánea”, opinó Gerardo Hochman, director de la companía circense argentina La Arena, una de las tantas surgidas en el mundo en esta nueva generación de circos.
Una compatriota de Hochman, Adriana Pegueroles, es la única argentina que integra el elenco de 55 artistas y 15 nacionalidades de “Saltimbanco”, donde se luce con un número de pura raíz criolla.
Pegueroles presenta la función y luego sale a bailar la danza folclórica “malambo” mientras golpetea rítmicamente el piso con las “boleadoras”, instrumento que los gauchos de las pampas usaban para enlazar y capturar a sus presas.
Una italiana, Elisabetta La Commare, la acompaña en esta prueba de música y malabarismo que hizo famoso en el mundo el grupo argentino Los Diablos de la Danza en los años 1960.
Pero “Saltimbanco” no tiene en rigor nacionalidad ni idioma, maneja un lenguaje universal de sonidos, gestos, luces y colores de fuerte inspiración “new age”.
“Saltimbanco”, estrenado por primera vez en la región, “es un antídoto para la violencia imperante en el siglo XXI. Una nueva visión de la vida urbana basada en el optimismo y la alegría”, se indica en su carta de presentación.
Gilles Saint Croix, director artístico de la agrupación, completó la idea al señalar que “es enérgico, colorido, dinámico y por eso lo elegimos para nuestra primera gira latinoamericana”, que abarca también a México, Chile y Brasil.
Creado hace 24 años por un lanzallamas callejero, Guy Laliberté, el Cirque du Soleil es un coloso ambulante que se transporta en 57 contenedores y precisa 200.000 litros de gasoil para alimentar luces y sonido, con una dotación de 1.000 personas para la producción.
El megacirco ha sido visto sólo en 2005 por siete millones de espectadores en los distintos espectáculos estables e itinerantes en todo el mundo, con un total de 800 artistas de 40 nacionalidades.
La llegada y el éxito del Cirque du Soleil coincidió con una fase de reactivación económica en el país, que está creciendo a razón de 9% cada año.
El precio de las entradas entre 90 y 450 pesos (30 a 150 dólares) no es para cualquiera en una nación donde el salario promedio es de 245 dólares, pese a lo cual el público dejó vacíos los talonarios en la boleterías.
El mimo italiano Amo Gulinelli, la equilibrista china de 16 años Ren Jun, la malabarista rusa María Markova, y las trapecistas ucranianas Rusiana y Taisiya Bazaliy, son los que se llevan las mayores ovaciones cada noche.
Pero lo que más seduce e hipnotiza al público argentino es la sensación de vivir un sueño, con criaturas que parecen salidas de un cuento de hadas, sin la violencia, el temor y la crueldad del circo tradicional. / Daniel Merolla
“El Cirque du Soleil es una apertura al juego teatral y a la danza contemporánea”, opinó Gerardo Hochman, director de la companía circense argentina La Arena, una de las tantas surgidas en el mundo en esta nueva generación de circos.
Una compatriota de Hochman, Adriana Pegueroles, es la única argentina que integra el elenco de 55 artistas y 15 nacionalidades de “Saltimbanco”, donde se luce con un número de pura raíz criolla.
Pegueroles presenta la función y luego sale a bailar la danza folclórica “malambo” mientras golpetea rítmicamente el piso con las “boleadoras”, instrumento que los gauchos de las pampas usaban para enlazar y capturar a sus presas.
Una italiana, Elisabetta La Commare, la acompaña en esta prueba de música y malabarismo que hizo famoso en el mundo el grupo argentino Los Diablos de la Danza en los años 1960.
Pero “Saltimbanco” no tiene en rigor nacionalidad ni idioma, maneja un lenguaje universal de sonidos, gestos, luces y colores de fuerte inspiración “new age”.
“Saltimbanco”, estrenado por primera vez en la región, “es un antídoto para la violencia imperante en el siglo XXI. Una nueva visión de la vida urbana basada en el optimismo y la alegría”, se indica en su carta de presentación.
Gilles Saint Croix, director artístico de la agrupación, completó la idea al señalar que “es enérgico, colorido, dinámico y por eso lo elegimos para nuestra primera gira latinoamericana”, que abarca también a México, Chile y Brasil.
Creado hace 24 años por un lanzallamas callejero, Guy Laliberté, el Cirque du Soleil es un coloso ambulante que se transporta en 57 contenedores y precisa 200.000 litros de gasoil para alimentar luces y sonido, con una dotación de 1.000 personas para la producción.
El megacirco ha sido visto sólo en 2005 por siete millones de espectadores en los distintos espectáculos estables e itinerantes en todo el mundo, con un total de 800 artistas de 40 nacionalidades.
La llegada y el éxito del Cirque du Soleil coincidió con una fase de reactivación económica en el país, que está creciendo a razón de 9% cada año.
El precio de las entradas entre 90 y 450 pesos (30 a 150 dólares) no es para cualquiera en una nación donde el salario promedio es de 245 dólares, pese a lo cual el público dejó vacíos los talonarios en la boleterías.
El mimo italiano Amo Gulinelli, la equilibrista china de 16 años Ren Jun, la malabarista rusa María Markova, y las trapecistas ucranianas Rusiana y Taisiya Bazaliy, son los que se llevan las mayores ovaciones cada noche.
Pero lo que más seduce e hipnotiza al público argentino es la sensación de vivir un sueño, con criaturas que parecen salidas de un cuento de hadas, sin la violencia, el temor y la crueldad del circo tradicional. / Daniel Merolla
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