viernes, 16 de septiembre de 2016


Un clásico sudamericano: Argentina y Brasil compiten por atraer inversiones

por Daniel Merolla

(publicado en Internet por la AFP)

El clásico sudamericano de fútbol entre Argentina y Brasil saltó esta semana a la economía, al lanzarse ambos a captar inversiones, aunque economistas y empresarios lo ven como sana competencia e incluso con beneficios comunes.
En Buenos Aires, el presidente Mauricio Macri tiró la casa por la ventana para organizar un foro al estilo Davos con más de 1.600 hombres de negocios de todo el mundo. El objetivo fue seducirlos con su modelo pro-mercado. "Inviertan, que les damos garantías", fue la frase más escuchada.
En Brasilia, el nuevo gobierno del presidente Michel Temer, tras la destitución de Dilma Rousseff, lanzó un plan de concesiones y privatizaciones en transporte, minería, electricidad, puertos y aeropuertos, entre otros sectores.
A Macri y a Temer más que el amor, los une el espanto, como diría el notable escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986). Los dos necesitan sacar a sus países del pozo en que están hundidos con recesión, caída del consumo y déficit fiscal.
En el mundillo del Foro de Inversiones del monumental Centro Cultural Kirchner (CCK) aún no habían tomado nota del anuncio de Temer. Pero el economista de la consultora Abeceb.com, especializada en la relación argentino- brasileña, Dante Sica, le dijo a la AFP que se van "a disputar los mismos fondos".
"Claramente hay algún aspecto de sana competencia por capturar fondos. Pero también hay complementariedad en la región", reflexiona Sica.

Mucho ruido -
Mientras en el CCK, líderes de colosos como Coca Cola o Siemens, se deshacían en elogios a la política aperturista de Macri, en Brasilia se tentaba a inversores con el plan "Crecer".
"Vemos con buenos ojos las medidas (de Temer). Van a ser beneficiosas para toda la región. Brasil es nuestro principal socio comercial y tenemos inversiones allí", comenta a la AFP Luis Cagliari, director de la constructora Royal Sudamérica, en uno de los amplios pasillos del CCK.
Los argentinos les dijeron a popes de las multinacionales que esperan inversiones por más de 30.000 millones de dólares.
Pero el 'Mini Davos' argentino fue mucho ruido y pocas nueces. La Pan American Silver prometió 1.000 millones de dólares para explotar un yacimiento de plata en el sur. La alemana Siemens imagina desembolsar 5.000 millones de euros hasta 2020. Y no hubo muchos números más. La frase más escuchada fue "hay que esperar y ver".
La economía está en la congeladora y el consumo cayó en promedio 14%, según patronales del comercio. Los salarios ascienden por la escalera, hasta un 35%, y la inflación anual sube por el ascensor al 43% anual, según el Banco Central.
La economía se enfrió tras devaluar Macri el 30% en diciembre. Hay tensión sindical. Las centrales obreras conservan un poder poco común en el mundo de hoy y preparan para octubre una huelga general. No es buena noticia para los inversores.

El mundo mira -
Pero hay empresarios que celebran con vino espumante los relanzamientos en Argentina y Brasil, tras pasar a la historia más de una década con gobiernos de centroizquierda. Dijo a la AFP Julián Rooney, empresario de la Cámara de Comercio argentino-británica: "Me toma de sorpresa con ese comentario (plan Temer). Pero es evidente que toda la región está empeñada en buscar inversiones".
"Las inversiones son la fuente de generación de desarrollo. No son las políticas populistas como las de Venezuela las que atraen inversiones sino las que aseguran reglas de juego", analiza Rooney.
Otro empresario que aún no había escuchado del plan Temer fue Tomas Hess, del gigante Exxon Movil. "No estoy en el tema (del anuncio brasileño), pero si puedo decirle que el Foro (argentino) es muy importante para atraer inversiones, es un esfuerzo muy importante", afirma a la AFP.
A Sica le parece que hay un buen clima de inversiones: "El mundo tiene una liquidez excedente y está mirando mucho a América Latina. Argentina y Brasil siguen siendo focos principales de atención".
Por ahora, lo único seguro que la economía brasileña volverá a desplomarse este año, tal vez otro 3,8% como en 2015 y la de Argentina un 1,5%. Se terminó la era de crecimiento "a tasas chinas".

viernes, 2 de septiembre de 2016

Messi: 'nunca me fui porque siempre estoy volviendo'

por Daniel Merolla

(publicado en internet por AFP)


Miles de aficionados, sin distinción de clases ni edades, cantaban a coro en las tribunas "¡Messiiii, Messii! y Lionel retribuyó el romance con un gol, jugadas geniales y un triunfo clave ante Uruguay 1-0 por la clasificatoria al Mundial de Rusia-2018.
Fue en la fría noche del jueves en Mendoza, 1.100 Km al oeste de Buenos Aires, al pie de la precordillera de Los Andes. Messi volvió con su magia, sin haberse ido, y selló un pacto de amor eterno. Lo hizo con 42.000 aficionados en el estadio Malvinas Argentinas y millones frente a los televisores.
Dijo que la gente le "llena el corazón", que sólo puede decirle "gracias por el cariño y el trato" y que "siempre" está dispuesto a jugar por la albiceleste. Y disparó la confesión: "No engañé a nadie cuando dije lo que sentía (renuncia a la Selección en junio). No podía no volver. Me siento feliz".
El primer disparo suyo había sido un zurdazo que se metió como pidiendo permiso en el arco que custodiaba Fernando Muslera. Sirvió para que Argentina saltara a liderar con 14 puntos la clasificatoria.
Uruguay no pudo reaccionar ni aún con un hombre más tras la expulsión de Paulo Dybala. "Debemos hacer autocrítica, porque cuando al rival le expulsan a un jugador, uno debe leer mejor el partido", reflexionó Luis Suárez. Es otro gigante del fútbol contemporáneo que libró de hecho un duelo con su compañero en FC Barcelona de España. El 'Pistolero' Suárez estaba muy solo.
Entró al campo dolorido por una pubalgia y lo disimuló bastante bien. Al terminar el juego declaró: "Me duele, pero quería estar después del 'kilombo' (lío) que armé (con la renuncia)", dijo con arrepentimiento. La decisión de los médicos y el cuerpo técnico el viernes fue protegerlo de un agravamiento de la dolencia. Se queda al margen del partido frente a Venezuela el martes en Mérida por la octava fecha.

¿Cómo pararlo? -
Messi también lo estaba, rodeado por cuatro uruguayos y tres más acechando en el minuto 42. No había cerca camisetas albicelestes. Amagó para afuera, otra vez para adentro, cambió el perfil y ejecutó. La pelota rozó en el defensor José María Giménez y descolocó a Muslera. Un 'Messi' auténtico.
Quedaba atrás la noche de la pesadilla. Fue el 26 de junio cuando tiró afuera un penal clave, el primero de la serie desampate con Chile. La Roja le ganó a Argentina la Copa América Centenario y Messi se desbarrancó.
No podía soportar otra desilusión. Se le cayeron encima de golpe todas las finales perdidas. Era la cuarta, después de la Copa América Venezuela-2007 (ante Brasil), el Mundial Brasil-2014 (ante Alemania) y la Copa América Chile-2015 (ante la Roja).
"Se terminó para mí", musitó. Enseguida se gatilló una campaña por la vuelta que mezcló ignorancia de la psicología del jugador con intereses económicos. Sólo había que dejarlo en paz. Ya iba a volver.

- Otro Messi -
Y volvió, incluso distinto. Diego Maradona, el otro ícono histórico de la albiceleste, había reprochado su falta de liderazgo. En la noche de Mendoza, el capitán tomó el timón. No era frecuente que encarara a un árbitro para reclamarle una sanción que considerara injusta como la tarjeta roja a Dybala.
"No es la primera vez que nos deja con 10 hombres (el árbitro chileno Julio Bascuñán). Siempre es difícil entrarle a Uruguay con dos líneas de cuatro. Pero con 10 no pudimos hacer el partido que queríamos", lamentó.
La devoción por Messi se mostró también cuando más de un hincha invadió el césped para abrazarlo. La imagen del que se arrodilló ante él para alabarlo es elocuente.
"Siempre se las ingenia para hacer algo más, un pase, un gol", opinó Bauza. Pero el análisis es anécdota. Lo histórico es ese afecto inoxidable, un pacto de amor por los colores de la camiseta.
Messi, el que prende y el que apaga la luz

por Daniel Merolla


(publicado en internet por agencia AFP)


Un gol del astro Lionel Messi y el resplandor de su talento iluminaron a Argentina para derrotar 1-0 a Uruguay y saltar al liderazgo de la clasificatoria sudamericana al Mundial Rusia-2018 en la ciudad de Mendoza (oeste).
El '10' marcó a los 42 minutos, con un remate desde afuera del área cuya trayectoria se desvió al pegar en el defensor José María Giménez, ante 42.000 aficionados en el estadio Malvinas Argentinas. "Siempre voy a jugar para Argentina. No podía no volver", declaró el máximo artillero de la albiceleste.
Messi, ovacionado por la multitud, había renunciado en junio a la selección hundido en la tristeza por tres grandes finales perdidas en dos años, pero decidió volver 47 días después.
El DT debutante, Edgardo 'Patón' Bauza, reveló que Messi entró y salió dolorido de una pubalgia. "Vamos a esperar 48 horas de descanso y medicación. Si no está bien, no lo vamos a arriesgar", el martes próximo ante Venezuela en Mérida por la octava fecha, dijo el entrenador.
Los argentinos se ubican primeros de la tabla con 14 puntos. Uruguay, Colombia y Ecuador los escoltan con 13 puntos.
La escuadra albiceleste jugó el segundo tiempo diezmada por la expulsión del delantero Paulo Dybala a los 45+1 por doble amarilla. Por la octava fecha, la Celeste jugará con Paraguay en el estadio Centenario de Montevideo.

Dos titanes, dos tácticas -
El duelo rioplatense fue también en el plano táctico, entre dos planteos. Bauza estrenó un 4-2-3-1 que dejó algo aislado a Lucas Pratto, el único atacante neto. El 'Maestro' uruguayo Oscar Tabárez desplegó su habitual 4-4-2.
Se lo veía más sólido al esquema de los 'charrúas'. Una conjunción de gladiadores defensivos comenzaba en la firme dupla central Diego Godín-José María Giménez. Se extendía a la barrera de volantes con Carlos Sánchez, Egidio Arévalo Ríos y Mathias Corujo. Luchadores disciplinados e infatigables.
El amenazador binomio ofensivo lo formaron Edinson Cavani y Luis Suárez. Pero era el 'Pistolero' Suárez el verdadero factor de desequilibrio. El hombre que en una baldoza podía fabricar un hueco hacia el arco, el que podía perforar una zaga argentina cuyas columnas eran Ramiro Funes Mori, Lucas Biglia y Nicolás Otamendi.
La magia desequilibrante con la camiseta blanca y celeste nacía de los botines prodigiosos de Messi. Cada vez que entraba en acción se encendía el partido, ganaba en una dinámica de vértigo.
El dilema de Messi era que la nueva versión de la 'era Bauza' presenta menos ensamble, menos juego asociado. Hay mayor preocupación por cerrar espacios y no perder el orden que prender el fuego de la imaginación.
No fue raro que el gol fuera una maniobra individual. Una con la marca indeleble de la 'Pulga'. Amagó y cambió de perfil dos veces rodeado de cuatro rivales. Sacó uno de sus sablazos rasantes, el balón se desvió en Giménez y descolocó al arquero Fernando Muslera.

Lucha sin tregua -
La expulsión de Dybala cambió los parámetros del juego. Argentina pasó a compartir el protagonismo. Era el dueño de la pelota pero con serias dificultades para quebrar el candado uruguayo. Ahora Uruguay abría sus alas. Pasaban al ataque laterales y volantes. Adelantaba posicionalmente sus líneas unos 20 metros.
Los arqueros no pasaban mayores apuros. Ángel Di María lucía muy acorralado contra las bandas, sin hallar socios para meter sus piques demoledores. Al volante uruguayo Nicolás Lodeiro se lo veía más preocupado por la contención que por la ruptura de las líneas enemigas.
En reacción, retrocedió unos metros Javier Mascherano. El veterano volante había brillado con sus asistencias. Ahora la Albiceleste precisaba compensar con bloqueos la ausencia de un mediocampista de buen manejo para la pausa y la penetración.
Así crecieron las figuras de Godín, Mathias Corujo y el ingresado Cristian Rodríguez para lanzarse al ataque, a puro temperamento. Argentina no renunciaba al ataque e incluso arriesgaba con las proyecciones del lateral Emmanuel Mas. Uruguay arrinconó a los albicelestes, pero sin claridad.