martes, 30 de abril de 2019


Una ola verde lleva a Juan Solanas a las playas de Cannes

por Daniel Merolla

(nota ampliada a la de AFP)

El cineasta Juan Solanas se declara ateo pero dice que si Dios existe lleva un pañuelo verde, el color del movimiento por el aborto legal en la Argentina, país natal al que regresó para saltar de la ficción al documental.
"Creci en una familia atea si bien mi abuela paterna era muy creyente. Y recontrarrespeto las creencias de la gente. Pero es medieval y violento imponérselas a personas que no piensan igual. Hablar de la defensa de 'dos vidas' cuando muere una mujer por semana en abortos clandestinos", cuenta a la AFP.
Aquella marea verde arrastra su película "Que sea ley" hasta las playas del Festival de Cannes. El título es toda una declaración de principios. La seleccionaron para Proyecciones Especiales. Es la única de un argentino.
"La noche (de votación) me morí de frío, de lluvia, casi se me rompe la filmadora. Pero quedé fascinado con tanto talento, vida y creatividad del movimiento verde ¡Son unas ídolas! (muy queribles)", narra la experiencia.
La filma en 2018 de manera espontánea y pasional. Capta testimonios entre centenares de miles de mujeres en las calles por la interrupción voluntaria del embarazo, gratuita y segura.
Diputados aprueba la ley pero la rechaza el Senado. "Sentí bronca, indignación", dice el realizador. Es hijo del laureado cineasta Fernando 'Pino' Solanas (83 años), exiliado en Francia durante la dictadura.
A 'Pino', autor de celebradas ficciones y documentales, lo premian como mejor director en Cannes por "Sur" (1988). Es senador de la oposición al presidente Mauricio Macri. Hace historia con un vibrante discurso en favor de la ley.
- Desarraigos -
Juan Solanas tiene 52 años y 37 de residencia en Francia. Otros cinco los lleva en Montevideo. Su carrera la hace fuera de la tierra que añora.  En Argentina se lo conoce poco.
"Siempre quise volver. El desarraigo es durísimo. Pero de manera 'naif' (ingenua) pensaba que aquí había aborto", revela.
Había tomado el camino de la ficción pero por sus venas corre el ADN de la política. "Mi mamá y mi papá fueron militantes toda la vida. A él lo iban a matar. Con mi mamá viví en la clandestinidad. En la noche de la dictadura conocí mucha gente que murió", recuerda.
Su cortometraje "El hombre sin cabeza" (2003) es premiado en Cannes. "Trata sobre el racismo, sobre lo que sufre el diferente y la violencia que hay la sociedad", explica.
En el largometraje "Nordeste" (2005), dirige a la actriz francesa Carole Bouquet, coprotagonista en "Ese oscuro objeto de deseo" (1977), del gran Luis Buñuel.
Lo político anida en él: "Es una historia sobre el tráfico ilegal de chicos en el nordeste argentino. Una francesa soltera a los 40 y pico con gran necesidad de hijos y, en paralelo. una joven embarazada que lucha por sobrevivir".
Al incursionar en el relato fantástico con romance, realiza "Upside Down" (Un amor entre dos mundos, 2012), con Jim Sturgess ("Across the universe, 2007) y Kirsten Dunst (Melancholia, 2011).
 "Había 450 personas en el set. Era como manejar un Titanic. Tenés que avisar dos días antes para doblar. De allí me convertí en una hormiguita disuelta en una muchedumbre con 'Que sea ley'", relata.
 - Lágrimas -
 ¿Cómo surgió la idea? "No soy un tipo que llora. Soy duro. La pasé mal. Pero me emocioné al ver por TV un movimiento de mujeres maravilloso, superpoderoso",
 Así es que toma la cámara, un barco y aparece en medio  de una multitud en la plaza del Congreso. "Me enamoré, fue un shock. Las mujeres son increíbles, con unos ovarios (fuerza) descomunales", pondera.
 No pensaba en una película. Ni en bajar línea. "Bajo ningún concepto es un panfleto. Grabé también a la gente de 'las dos vidas' (antiabortistas, pañuelos celestes)", señala.
 Solanas está casado con una argentina. Sus hijos, un varón de 12 y una niña de 10, nacieron en París. Pero él se siente tan argentino como la marea verde que lo deposita en Cannes y en la senda del cine documental.


jueves, 25 de abril de 2019


Ni la mar en coche

por Daniel Merolla

(nota publicada por AFP en portales internacionales)


Vender un automóvil en Argentina es más difícil que diseñarlo o fabricarlo. Los vendedores de una concesionaria en Buenos Aires toman café o exploran sus teléfonos móviles para matar el tiempo hasta que entra un cliente y lo reciben como si fuera papá Noel.

La última estadística de la cámara de concesionarios revela que las ventas se desplomaron 54,5% interanual en marzo y acumulan una caída en el primer trimestre de 49,5%.

"Cada uno de nosotros vendíamos entre 25 y 30 vehículos por mes, en promedio. Ahora si llegamos a 10 es una fiesta. Yo llevo seis y me faltan dos para cumplir el mínimo que exigen", comenta a la AFP Matías Conde, dentro del negocio de una prestigiosa marca francesa.

La crisis se refleja en la producción. La industria automotriz argentina es la más castigada por la recesión desde hace un año. Sólo se usa el 15,7% de capacidad instalada, el menor nivel desde 2003, según el instituto oficial indec.

"La ausencia de financiación razonable y el acoso impositivo completan un panorama alarmante", declara Dante Álvarez, presidente de la cámara de concesionarios.

El poder adquisitivo de los salarios se ha hecho polvo con una inflación interanual de 54,7%, según el Indec. Los sueldos corren de atrás a las remarcaciones de precios y nunca las alcanzan. La gente compra alimentos y remedios. Deja los bienes durables para tiempos mejores.

"Unos 7.000 de los casi 25.000 operarios de la industria están suspendidos", revela a la AFP una fuente reservada del Sindicato de Mecánicos. Los suspendidos cobran el 70% del sueldo.

- Clase media sin paraíso -



La clase media está contra las cuerdas de la recesión. "Cada día cierran 25 compañías pequeñas y medianas", indica a la AFP el dirigente empresario del sector Pyme Eduardo Fernández. Junto con los profesionales, son clientes históricos de vehículos y están en retirada.

¿Qué pasaría ante una hipotética reactivación? "Se retrae la producción local y se elige la importación", afirma a la AFP el especialista Hernán Letcher, del Centro de Economía Política.

"Un ejemplo paradigmático es la fabrica de motos Corven (de Rosario, norte) que ante la paralización de ventas echó empleados y ahora importa de China", señala Letcher.

La industria automotriz argentina nace en 1954 con la radicación de la alemana Kaiser. A finales de la década de 1960, Argentina salta al 15º lugar del mundo entre los productores, según la Fundación Mediterránea. Luego retrocede pero se mantiene con vida.

Así se instalan Ford, Volkswagen, Toyota, Honda, Peugeot y Citroën, Renault, Nissan, Chevrolet, Mercedes-Benz, Scania y Fiat, entre otras. Hay mayoría de componentes importados pero con mano de obra calificada.

Tras épocas de vacas flacas y fusiones, resucita varias veces. En 2011 alcanza su récord histórico productivo de 828 771 unidades.

"Se llegaron a vender 233.335 autos por mes, 7.671 por día y cinco por minuto", subraya Letcher. La economía se hunde en 2016 pero una tibia recuperación en 2017 lleva a producir 466.649 unidades en 2018.

El presidente Mauricio Macri, exCEO de la alianza Sevel (Peugeot-Fiat), disuelta en 1996, lanza en 2017 un ambicioso plan para llegar a "Un millón de vehículos". Hoy suena a utopía.



- Sin fiesta -



"Para encontrar un primer trimestre preocupante como este, con patentamientos que no superan las 140.000 unidades, debemos remitirnos al 2006", precisa Álvarez.

Ni siquiera hay consuelo con las exportaciones. Brasil es el mayor socio con el 65% de las compras. En el primer trimestre, se exportan 47.919 vehículos, con una baja 16,4% interanual, según la cámara.

"Las altas tasas de interés le pegan a las empresas en la línea de flotación. Metalpar, líder en carrocerías de buses, dejó a 600 trabajadores en la calle. No le cierran los números. En el gobierno le dijeron: 'Se acabó la fiesta'", ilustra Letcher.

El auto mediano más barato en Argentina cuesta el equivalente a unos 15.000 dólares. El salario promedio, según el Indec, es de unos 465 dólares. La tasa de interés de referencia orilla el 67%, la más alta del mundo, Los empleados siguen tomando café.


martes, 16 de abril de 2019


Insólito brote populista de Macri frente a la amenaza de perder la reelección

por Daniel Merolla


Congelar una canasta de precios cuidados, prorratear las tarifas en varios meses y congelar la banda cambiaria, entre otras medidas que calificó siempre de "populistas" y causantes de todos los males argentinos, han aparecido insólita y súbitamente en el menú de estrategias del presidente Mauricio Macri.
Las encuestas de intención de voto lo dan perdedor en un eventual balotaje frente a su mayor oponente, la peronista de izquierda Cristina Kirchner, pero también frente al moderado Roberto Lavagna, el indescifrable Sergio Massa o el peronista de tinte neoliberal Juan Manuel Urtubey.
Había que hacer algo, La usina de iniciativas del gobierno que forman el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y su ladero de marketing posmoderno Jaime Durán Barba, lanzaron la batería, tras calmar el frente interno con un acuerdo a duras penas con la marginada de UCR, por primera vez llamada a opinar sobre la marcha del gobierno desde que asumió Cambiemos en 2015.
Tal vez la mayor sorpresa, después de tanta promesa en contrario, fue la decisión de fijar la banda de fluctuación cambiaria en Argentina, que se ajustaba cada mes, hasta fines de 2019, con el propósito de combatir la inflación que acumula 54,7% en los últimos 12 meses, anunció el Banco Central.
"La inflación de marzo fue de 4,7%. Es un nivel demasiado alto. Uno de los cambios que decidimos introducir es mantener los límites de no intervención (banda cambiaria) en el nivel de hoy hasta fin de año", dijo el presidente de la autoridad monetaria, Guido Sandleris, en conferencia de prensa.
Hasta el momento, el piso y el techo del tipo de cambio oficial (banda cambiaria de flotación) aumentaba en forma gradual cada mes, según el acuerdo pactado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir desde 2018 un rescate financiero de 56.000 millones en cuatro años, a cambio de duras reformas de ajuste y austeridad.
"Para seguir combatiendo la inflación, la zona de no intervención pasa a ser plana hasta fin año", agregó Sandleris.
Esta disposición fija un margen al tipo de cambio, ahora más controlado, con un precio de venta de 39,75 pesos por dólar en la zona inferior y de 51,45 pesos en la zona superior.
El gobierno del presidente Mauricio Macri ha reconocido que la devaluación del peso es el factor inflacionario principal. El descontrol de los precios minoristas se ha convertido en la mayor amenaza para la reelección a la que aspira Macri en las elecciones del 27 de octubre.
Como segunda medida, Sandleris dijo que el Banco Central "se abstendrá de comprar divisas por debajo del límite inferior en el mercado cambiario hasta el 30 de junio". La compra de divisas libera pesos al mercado.
Pero la emisión monetaria cero era uno de los compromisos del gobierno ante el FMI, tanto como el déficit fiscal cero. Sandleris no aclaró si la banda cambiaria plana ha sido acordada con el organismo multilateral.
Tampoco precisó cuál será la política de tasas de interés de referencia, que se encuentra en un nivel en torno al 67%, la mayor del mundo. La inflación es, a su vez, la sexta a escala global, según el FMI.
El tipo de cambio cerró el martes en 43,38 pesos por dólar estadounidense y la devaluación en lo que va del año ronda el 9%.
La economía sigue en recesión, tras caer 2,5% en 2018, y el desempleo está por encima del 9%, con una pobreza en alza que golpea al 32% de la población de grandes centros urbanos.
La producción de la industria se ha desplomado hasta el 50% de su capacidad instalada. Hay cierres de fábricas frecuentes y despidos en centenares de empresas pequeñas y medianas, e incluso multinacionales.