martes, 9 de julio de 2019


De niña prodigio a prodigiosa concertista de piano

por Daniel Merolla

La última visita al país de Martha Argerich para un recital en el Centro Cultural Kirchner (CCK) hizo voltear una vez más la mirada hacia otra artista argentina que construyó una carrera memorable fuera del territorio y desde que era una púber. De niña prodigio a prodigiosa concertista de piano, es una celebridad lejos de casa. No podía ser de otra manera para quien ha sido una transhumante, una nómade de la música en perpetuo movimiento.
Apenas tenía 4 años cuando su asombrosa trayectoria escribió un primer capítulo en un jardín de infantes de Buenos Aires. Un compañerito que la hostigaba le dijo un día que no era capaz de tocar el piano como él. La pequeña Argerich se lanzó hacia el piano y lo dejó boquiabierto cuando se sentó frente al teclado e interpretó una canción que cantaba la maestra.
La anécdota la pinta de cuerpito entero. Por carácter y por talento. El niño creía que Argerich era demasiado chiquita para el instrumento. Su desafiada llegó a ser una de las más grandes concertistas desde la segunda posguerra mundial del siglo XX.
La pianista lo recordaba con simpatía: "Él era mayor que yo. Me molestaba diciéndome lo que él podía hacer y yo no. Toqué sólo con un dedo. La maestra llamó a mis padres. Me compraron el instrumento y me llevaron a estudiar".
Poco después, la niña prodigio tocaba en público por primera vez. Y a los 7 años ofreció su primer recital, en el teatro Astral de Buenos Aires, con obras para piano y orquesta de Mozart.
- Un guiño de Perón -
Había nacido en Buenos Aires, el 5 de junio de 1941. Su padre descendía de una familia de catalanes y su madre de judíos ucranianos que huyeron de los pogromos.
Tras haber tocado a los 12 años en el Teatro Colón, templo de la lírica en Argentina, ocurrió una anécdota que disparó su carrera internacional.
Su madre consiguió una entrevista con el entonces presidente Juan Perón. Ni la familia ni ella eran peronistas. Al contrario, simpatizaba con la oposición.
Pero aquella audiencia con el Presidente era una oportunidad. La historia la contó ella: "Perón me preguntó '¿adónde querés ir, ñatita (pequeña)?'". "Yo quería ir a Viena, para estudiar con Friedrich Gulda. A él le gustó que no quisiera ir a Estados Unidos", relataba Argerich.
"Lo más cómico fue que mi mamá, para congraciarse, le dijo que a mí me encantaría tocar un concierto en la peronista Unión de Estudiantes Secundarios. Y parece que yo debo haber puesto una cara bastante reveladora de que la idea no me gustaba. Perón le empezó a seguirle la corriente a mamá, diciéndole que lo iba a organizar", prosiguió.
La artista contó que Perón le guiñaba un ojo y "por debajo de la mesa me hacía con un dedo que no. Él la estaba cargando (bromeando) a mamá y a mí me tranquilizaba. Se dio cuenta de que yo no quería. Fantástico, ¿no?", recordó.
Perón creó para los padres de Argerich dos cargos ad hoc en la embajada en Austria y la jovencita pudo estudiar con Guida. También se perfeccionó con Madeleine Lipatti y Nikita Magaloff, entre otros.
- Extraño temperamento -
La revista francesa especializada Diapason dijo una vez que para encontrar una pianista tan eximia había que remontarse a la alemana Clara Schumann, una de las virtuosas del siglo XIX.
La otra nota dominante en la vida de Argerich fue su personalidad excéntrica. "No me siento establecida. Hasta que nos morimos estamos siempre construyéndonos", filosofaba.
"No estoy muy a gusto con mi profesionalismo. Esta es una profesión bastante anacrónica. Esta vida impide estar donde uno querría y con quien uno querría. Me hubiera gustado ser médica", confesaba.
Le gustaba la literatura del checo Milan Kundera y tenía un tenor jazzístico en ciertas interpretaciones: "A mí me divierte bastante eso. Sacar ciertas cosas. Tengo un temperamento muy extraño".
Durante décadas desistió de dar conciertos como solista. "Hace ya mucho tomé la decisión de no tocar sola. Es un poco misterioso. Yo no sé bien por qué. No me gusta la soledad en el escenario", explicaba.
Se casó tres veces y siempre con músicos. Tuvo tres hijas, la violista Lyda Chen, Annie Dutoit y la cineasta Stéphanie Kovacevich. Espectáculos de antología ha dado en compañía del célebre pianista y director argentino Daniel Barenboim, creador de la Orquesta palestino-israelí West–Eastern Divan.
Del expresidente estadounidense Barack Obama recibió el Premio Kennedy y ganó tres veces el Grammy, entre decenas de galardones internacionales. Nadie más la retó a mostrar cualidades en el piano.

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