miércoles, 11 de octubre de 2017

Los sufridos del Tablón

por Daniel Merolla

(publicado en internet por AFP)


Los hinchas saltaron de sus asientos del bar 'Tablón', cerca del Obelisco, y gritaron a voz en cuello los goles de Lionel Messi. Volaron los pedazos de pizza de sus platos y se volcaron los vasos de cerveza pero a nadie le importó.
Fue un escenario como como el de millones de hogares, casas de comidas, clubes o cualquier lugar donde hubiera un televisor.
La ansiedad podía palparse en el aire para ver un partido dramático contra Ecuador (3-1) en Quito, por la clasificatoria sudamericana al Mundial de Rusia-2018. "¡Olé, olaaaa, vamos, vamos Argentinaaaa!" gritaron a coro con el pitazo final del árbitro.
En medio de un batallón de argentinos que se mordían los codos de los nervios, un brasileño carioca, Marcos Mouras, de 28 años, le dijo a la AFP la definición más acabada: "Messi es un ET, es de otro planeta, no es de este mundo". Y del equipo dijo que lo vio más ordenado".

- "Despacito, ¡por favor!" -
Lautaro González, un empleado de 35 años, oriundo de la periferia sur, dijo a la AFP que "había que ir despacito, poquito a poquito. El 2-1 no servía, no podíamos estar tranquilos".
A su lado, Maximiliano Lacasa, otro empleado de 36 años, se proclamó "SanMessiano, o sea devoto de San Messi". "Adoro a Messi, gracias a Dios lo tenemos".
Pablo Ramos, de 34 años, oriundo de Jujuy, dijo que veía al equipo "irregular aún, o sea que todo es un sufrimiento".
Un silencio mortal, de cementerio se adueñó del ambiente cuando Romario Ibarra metió ese gol como un rayo de la ira divina. Era la prueba de que este equipo albiceleste es una causa perdida, un error de la naturaleza.
"¡Uuff!, bramaban enfurecidos los fanáticos cuando Nicolás Otamendi o Lucas Biglia o Eduardo 'Toto' Salvio titubeaban, se enredaban con la pelota o la perdían en forma infantil.

Estallidos -
Pero el bar atestado y adornadas sus paredes con banderines y camisetas de los clubes argentinos, estalló como si hubieran lanzado una bomba cuando Messi rompió el hechizo de no poder hacer un gol.
El último gol argentino había sido en contra frente a Venezuela (1-1).
En la calle no había un alma. Parecía un toque de queda. Desde la perdida final del Mundial Brasil-2014 ante Alemania que no se veía tanta pasión. Pero el ambiente era de frialdad y escepticismo con un equipo que no enamora. Que no se metió en todos estos años en el corazón de los aficionados.
Los hinchas transitaron horas de angustia antes del encuentro.
"Solo un milagro los salvaba. Rezamos por ellos", dijo a la AFP con rostro acongojado María Córdoba, detrás del mostrador de su tienda de óptica.

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