sábado, 7 de octubre de 2017

Los estadios no hacen goles

por Daniel Merolla

(en internet por la AFP)

Argentina aprendió la dura lección de que sin la inspiración goleadora de Lionel Messi ni ensamble colectivo, no se ganan partidos con los estadios como la ruidosa Bombonera, donde una defensa heroica de Perú (0-0) la dejó casi afuera del Mundial de Rusia-2018.
¿Quién puede hoy en el fútbol mundial asustarse con una cancha que realmente tiembla cuando millares saltan y rugen enloquecidamente? Más que cambiar el tradicional escenario del Monumental como si fuera un influjo mágico, la albiceleste debería recuperar su juego de conjunto, con alma y vida.
La confusión y pérdida de rumbo la pintó de cuerpo entero el DT de Perú, el argentino Ricardo 'Tigre' Gareca'. "La cancha de Boca es para Boca, que también ha perdido campeonatos jugando aquí", reflexionó.
Otra triste comprobación que sufrieron los argentinos en la noche del jueves es que no alcanza con el vértigo y el protagonismo para llevarse por delante al adversario. Fue un un 'deja vu' fue ver la impotencia por marcar un gol, como le sucedió en la fecha anterior con Venezuela (1-1). Tropezó una y otra vez con una muralla defensiva.
Ahora su suerte pende de un hilo. Argentina está aferrada a una rama que cuelga al borde del abismo. Debe jugar la última fecha contra Ecuador en la altura de Quito, que siempre le ha resultado un obstáculo duro de superar. Y depende en forma eventual de otros resultados.
Ha perdido la quinta plaza que ocupaba con derecho a una repesca de partido y revancha frente a Nueva Zelanda. Se la arrebató Perú, que resistió a pie firme las embestidas de los argentinos. Cuando las valientes trincheras peruanas eran atravesadas, aparecía Pedro Gallese, un titán en el arco.

- Pólvora mojada -
Lo raro es que el DT Jorge Sampaoli no pareció extremadamente preocupado o por lo menos lo disimula muy bien en público. El casildense dijo sin alterarse: "El equipo se sostuvo conviviendo en campo del rival, en el área rival, generó situaciones de gol y eso alienta a pensar que, seguramente, va a acercarse al Mundial. Con la convicción de hoy, vamos a estar en el Mundial". No hubo autocrítica.
Los cambios introducidos por Sampaoli mejoraron la profundidad del ataque. Argentina estuvo a tiro de marcar con remates francos y a quemarropa de Darío Benedetto y Alejandro 'Papu' Gómez. Los disparos de Messi fueron desviados o rebotaron en un poste o contra una defensa amurallada. Y la decepción volvió a cundir entre los aficionados.
Otro error que no parece asimilar Argentina es lo intolerable de esperar en forma estática el pase del poseedor de la pelota. Si no hay desmarque ni varias opciones de pase, a los eventuales receptores se los devoran los defensores. Es una verdad demasiado elemental.
La desesperación se contagió hasta Messi. El atacante se empecinó como nunca en maniobras individuales, en apilar rivales casi enceguecido, como obsesionado en darle a los aficionados esa alegría que tanto le piden y esperan.
Si uno observa fríamente los apellidos de la albiceleste es, sin duda, una escuadra jerarquizada. Jugadores veteranos y de temperamento como Javier Mascherano o Gabriel Mercado e incluso un irregular Ángel Di María, le dan empuje, fuerza y corazón. Pero no alcanza. El equipo está vacío de ideas.
Argentina viene de perder tres finales, la del Mundial Brasil-2014 con Alemania y las de dos Copas América con Chile. La última vez que ganó algo fue en la Copa América de Ecuador-1993 y el Mundial de México-1986. Ya son piezas de museo para un país que tiene tantas estrellas en danza en el fútbol internacional.
Todavía le queda un tiro en la recámara. Si falla, no habrá Mundial para Messi y compañía.

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