jueves, 29 de marzo de 2018


El hombre que donde pone el ojo, pone el crack

por Daniel Merolla

(en internet, AFP)


Ramón Maddoni apunta y dispara la frase: "Mire ese pibe, es un fenómeno", mientras señala a un melenudo flaquito que maneja la pelota como un Leo Messi en miniatura en un partido de infantiles en una cancha de Futsal de la capital argentina.
Maddoni es una leyenda entre los cazadores de talentos. Donde pone el ojo, pone el crack. Nombra a Carlos Tevez (Boca de Argentina, exManchester United y exCity inglés, exJuventus de Italia), a Fernando Redondo (exReal Madrid español, exMilan italiano) y a Esteban Cambiasso (exReal Madrid, ex Inter italiano). Hay más de 100, casi 200 en la colección.
Cae la noche en el club Parque, fundado hace 70 años en un barrio de clase media baja, lejos del centro de Buenos Aires. Enfrente hay una pequeña plaza y los padres se agolpan en la puerta esperando a sus hijos como en la salida de una escuela.
Adentro, Maddoni recita rapidito su asombrosa nómina de discípulos. Tiene una memoria de elefante. Menciona a Juan Pablo Sorín (exPSG francés, exJuventus, exHamburgo alemán) y Nicolás Gaitán (exBenfica portugués, exAtlético de Madrid). Imposible nombrar a todos, parece la guía de teléfonos.
"Aquí el semillero no se agota nunca. Hay que saber detectarlos y enseñarles. Aún el más dotado tiene que aprender", dicta su cátedra.
Su mayor orgullo es la colección de estrellas descubiertas, como si fuera un astrónomo de las canchitas de baby-fútbol.
Ojo de lince -
Dos canchas con piso de cemento arden de pasión con los chiquilines de 7 a 11 años. Los mini-jugadores gritan goles con todo el cuerpo y el alma. El maestro sonríe y da un veredicto: "¿Vio a ese rubiecito? Tiene pasta. Hay que explicarle cómo pararse mejor atrás y tocar más rápido".
Maddoni tiene la estatura de un marcador de punta o un 5. Usa gafas de armazón grueso que resaltan sus grandes ojos. Peina canas, calza zapatillas y viste ropa deportiva azul con el escudo de Boca Juniors. Hace 24 años que también trabaja en división Infantiles del popular club 'xeneize'. Un día lo vino a contratar en persona su presidente, Mauricio Macri, ahora jefe de Estado.
Pero Parque es su casa. Recibe saludos, abrazos y besos a cada paso. Con 77 años a cuestas, se para en los bordes del rectángulo de 40x25 metros, donde esos locos bajitos se disputan el balón encarnizadamente. Ya no hay padres que les digan que "se dejen de joder con la pelota". Al contrario, acuñan la ilusión de tener en casa un Messi o un 'Kun' Agüero.
Un chiquito con pechera naranja gambetea a tres que tienen las verdes, elude al arquero y sacude la red.
- Escuela de campeones -
"A (Fernando) Gago (exRoma italiano, exReal Madrid, Boca) me lo trajeron a los 6 años. Le puse 'Pintitita' por su postura elegante, ja ja, ¡es un jugadorazo!", ríe el maestro.
Los DT jóvenes paran el juego y sientan a los chicos en ronda para la charla técnica. Maddoni vigila. "Este 'laburo' (trabajo) me salvó la vida. Me lo ofrecieron a los 37 años cuando tenía una depresión muy grande. Me había casado, tuve una nena pero me divorcié. No dormía", relata una intimidad. Ahora vive solo, a cuatro cuadras del club.
Antes de Boca, había sido durante 18 años formador en Argentinos Juniors, la cuna de Diego Maradona. De abuelos italianos y hogar de trabajadores, Maddoni había abandonado el negocio de comprar y vender carne para dedicarse a su oficio de cazatalentos. Ni Boca ni Parque parecen La Masía del FC Barcelona, pero son escuelas de campeones.
"A (Juan) Riquelme (exVilarreal español, ídolo histórico de Boca) me lo trajeron a los 8 años. A Tevez lo fui a buscar a Fuerte Apache (periferia pobre). ¡El pase costó 20.000 pesos (900 dólares)!", disfruta la comparación con las montañas de dinero que se pagaron después por él. 
- ¿Cuál es su secreto, Ramón?
- Me doy cuenta enseguida si el pibe es bueno, o no. Por cómo se para, cómo lleva la pelota.
Maddoni camina por un corredor, en medio de paredes abarrotadas con camisetas que le regalaron los jugadores, en gesto de gratitud. Se toma un café y vuelve despacio a la cancha. Arrastra un resfrío rebelde y está convaleciente de la operación de un riñón. Pero el cazador no se rinde.
dm

 

  

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