Ni la mar en coche
por Daniel Merolla
(nota publicada por AFP en portales internacionales)
Vender un automóvil en Argentina es más difícil que
diseñarlo o fabricarlo. Los vendedores de una concesionaria en Buenos Aires
toman café o exploran sus teléfonos móviles para matar el tiempo hasta que
entra un cliente y lo reciben como si fuera papá Noel.
La última estadística de la cámara de concesionarios revela
que las ventas se desplomaron 54,5% interanual en marzo y acumulan una caída en
el primer trimestre de 49,5%.
"Cada uno de nosotros vendíamos entre 25 y 30 vehículos
por mes, en promedio. Ahora si llegamos a 10 es una fiesta. Yo llevo seis y me
faltan dos para cumplir el mínimo que exigen", comenta a la AFP Matías
Conde, dentro del negocio de una prestigiosa marca francesa.
La crisis se refleja en la producción. La industria
automotriz argentina es la más castigada por la recesión desde hace un año.
Sólo se usa el 15,7% de capacidad instalada, el menor nivel desde 2003, según
el instituto oficial indec.
"La ausencia de financiación razonable y el acoso
impositivo completan un panorama alarmante", declara Dante Álvarez,
presidente de la cámara de concesionarios.
El poder adquisitivo de los salarios se ha hecho polvo con
una inflación interanual de 54,7%, según el Indec. Los sueldos corren de atrás
a las remarcaciones de precios y nunca las alcanzan. La gente compra alimentos
y remedios. Deja los bienes durables para tiempos mejores.
"Unos 7.000 de los casi 25.000 operarios de la
industria están suspendidos", revela a la AFP una fuente reservada del
Sindicato de Mecánicos. Los suspendidos cobran el 70% del sueldo.
- Clase media sin paraíso -
La clase media está contra las cuerdas de la recesión.
"Cada día cierran 25 compañías pequeñas y medianas", indica a la AFP
el dirigente empresario del sector Pyme Eduardo Fernández. Junto con los
profesionales, son clientes históricos de vehículos y están en retirada.
¿Qué pasaría ante una hipotética reactivación? "Se
retrae la producción local y se elige la importación", afirma a la AFP el
especialista Hernán Letcher, del Centro de Economía Política.
"Un ejemplo paradigmático es la fabrica de motos Corven
(de Rosario, norte) que ante la paralización de ventas echó empleados y ahora
importa de China", señala Letcher.
La industria automotriz argentina nace en 1954 con la
radicación de la alemana Kaiser. A finales de la década de 1960, Argentina
salta al 15º lugar del mundo entre los productores, según la Fundación
Mediterránea. Luego retrocede pero se mantiene con vida.
Así se instalan Ford, Volkswagen, Toyota, Honda, Peugeot y
Citroën, Renault, Nissan, Chevrolet, Mercedes-Benz, Scania y Fiat, entre otras.
Hay mayoría de componentes importados pero con mano de obra calificada.
Tras épocas de vacas flacas y fusiones, resucita varias
veces. En 2011 alcanza su récord histórico productivo de 828 771 unidades.
"Se llegaron a vender 233.335 autos por mes, 7.671 por
día y cinco por minuto", subraya Letcher. La economía se hunde en 2016
pero una tibia recuperación en 2017 lleva a producir 466.649 unidades en 2018.
El presidente Mauricio Macri, exCEO de la alianza Sevel
(Peugeot-Fiat), disuelta en 1996, lanza en 2017 un ambicioso plan para llegar a
"Un millón de vehículos". Hoy suena a utopía.
- Sin fiesta -
"Para encontrar un primer trimestre preocupante como
este, con patentamientos que no superan las 140.000 unidades, debemos
remitirnos al 2006", precisa Álvarez.
Ni siquiera hay consuelo con las exportaciones. Brasil es el
mayor socio con el 65% de las compras. En el primer trimestre, se exportan
47.919 vehículos, con una baja 16,4% interanual, según la cámara.
"Las altas tasas de interés le pegan a las empresas en
la línea de flotación. Metalpar, líder en carrocerías de buses, dejó a 600
trabajadores en la calle. No le cierran los números. En el gobierno le dijeron:
'Se acabó la fiesta'", ilustra Letcher.
El auto mediano más barato en Argentina cuesta el
equivalente a unos 15.000 dólares. El salario promedio, según el Indec, es de
unos 465 dólares. La tasa de interés de referencia orilla el 67%, la más alta
del mundo, Los empleados siguen tomando café.
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