martes, 12 de marzo de 2019


El DT Scaloni decidió que no es sensato prescindir de Messi en la Selección

EL AS DE ESPADAS OTRA VEZ SOBRE LA MESA

por Daniel Merolla

Sin equipo no hay Lionel Messi que valga. Su nueva convocatoria, su retorno después de 8 meses, no debería ser otro recurso inútil. Depende de que el cuerpo técnico de la Selección encuentre una identidad, un grupo que esté a la altura de lo que fue el fútbol argentino.
Su regreso es un hecho. La incógnita radica en si podrá jugar los dos próximos amistosos , Arrastra una molestia muscular.
El novel entrenador Lionel Scaloni decidió jugar la carta fuerte que sus antecesores tuvieron entre las manos. Se habla de que jugará el encuentro amistoso contra Venezuela, el 22 de marzo en Madrid, y que podría estar ausente ante Marruecos, el 26 en Tánger.
"Estimo, deseo y creo que Leo va a volver a la Selección", había declarado Scaloni el año pasado. Se supone que la estrella del Barcelona vestirá la albiceleste en la Copa América Brasil-2019.
Messi se ha mantenido en silencio desde el 30 de junio de 2018, día en que Argentina le dijo adiós al Mundial de Rusia, eliminado sin atenuantes por Francia (4-3) en octavos de final.
Aquella jornada pareció vivirse la triste despedida de Messi y de una generación de jugadores que nunca pudo darle un título de mayores al país sudamericano, pese al potencial que demostraban en exitosos clubes de Europa.
Esa generación liderada por Messi e integrada por Angel Di María (PSG, Francia), Sergio Agüero (Manchester City, Inglaterra) y Gonzalo Higuaín (Chelsea, Inglaterra), perdió tres finales consecutivas en tres años: el Mundial de Brasil (2014), la Copa América de Chile (2015) y Centenario en Estados Unidos (2016).

- Mejor, armar un equipo -

El atacante nacido en la futbolera ciudad de Rosario (310 km al norte de Buenos Aires) viene sufriendo dolores en un músculo aductor y Barcelona lo tiene bajos cuidados para que la dolencia no se convierta en desgarro.
"Sé que tiene ganas de volver. Sé lo que siente por esta camiseta", había declarado hace 20 días el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia.
Desde otro enfoque, el director de selecciones, César Menotti, hizo una advertencia; "Es mucho más importante armar equipos y fortificar la representatividad que soñar con la vuelta de Messi para ser campeones. Me parece que no es correcto y no merece la responsabilidad de que dependa de él ganar un Mundial". Al experimentado entrenador campeón mundial con Argentina en 1978 no le gustan los equipos que dependen de los inspirados del momento.
Pero Messi, de 31 años, máximo goleador histórico albiceleste, con 65 tantos, salvo por ráfagas estuvo en la selección lejos del nivel que exhibe en el club catalán.

- Otro regreso: Di María -

El balance de la era Scaloni acumula cuatro victorias, ante Guatemala (3-0), Irak (4-0 y México (2-0 y 2-0), un empate frente a Colombia (0-0) y una derrota contra Brasil (1-0), con sangre nueva y una joven guardia.
Scaloni convocó también al volante Ángel Di María. Su momento en el PSG francés es estupendo.
Otro foco quedó situado en los ausentes. Uno de ellos es el delantero Mauro Icardi, que no juega por un conflicto con su club, Inter de Milan.
Icardi había logrado quebrar su racha sin marcar para Argentina en un amistoso contra México (2-0) en Mendoza (oeste). Aquella noche también rompió el maleficio Paulo Dybala, de Juventus, quien volverá a vestir la albiceleste.
Tampoco está Agüero, pese a su renovado poder goleador, ni Higuaín, quien ha empezado a amigarse de nuevo con las redes en Chelsea inglés. Se quedó afuera el arquero Sergio Romero (Manchester United).
Una novedad es el guardameta Juan Musso, un exRacing de 24 años, que se destaca en Udinese de Italia.
Entre los preferidos de Scaloni están el defensa Ramiro Funes Mori (Villarreal, España), el lateral Nicolás Tagliafico (Ajax, Holanda), el volante Leandro Paredes (PSG) y el atacante Gio Simeone (Fiorentina, Italia), hijo de Diego Simeone, el entrenador del Atlético de Madrid.

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Lo que el viento se llevó: una Argentina sin Messi le gana con lo justo a Marruecos

por Daniel Merolla


Argentina, sin Lionel Messi, le ganó con el último suspiro este martes a Marruecos por 1-0 con un gol de Ángel Correa, en un partido que nada tuvo de amistoso, convertido en concierto de golpes arteros y protestas en el estadio Ibn Battouta de Tánger, ante casi 45.000 espectadores.

La sorpresa fue a los 84 minutos, cuando el empate en cero parecía sellado, y Correa, ingresado por Rodrigo De Paul, clavó un derechazo junto al segundo palo, tras entrar a todo trapo al área y buscar su mejor perfil derecho.
El fuerte viento que atravesó la cancha conspiró para ver un espectáculo decoroso. La albiceleste jugó pálidamente uno de sus últimos encuentros de preparación antes de la Copa América de Brasil-2019. Los Leones de Atlas se alistan para la Copa de África.
Los argentinos venían de caer en forma casi humillante con Venezuela por 3-1 en Madrid, con Messi desconcertado por no hallar una compañía adecuada que potencie el juego arrollador que desarrolla en el FC Barcelona. Los marroquíes habían empatado sin goles con Malaui por la zona clasificatoria africana.

 ¿Fútbol o lucha? -

El fútbol fue un convidado de piedra. El juego se convirtió en batalla campal. Abundaron a granel patadas alevosas, codazos traicioneros y planchazos sin compasión.
Después de cada fricción y de cada jugador derribado en forma violenta, los rivales se arremolinaban, con la ley malentendida del agresor vengativo a puro cachetazo, empujón e insulto, vaya uno a saber en qué idioma.
El árbitro de Zambia, Janny Sikazwe, se cansó de mostrar tarjetas amarillas. Fue poco implacable, como si tratara de encarrilar la acción cuando reinaba la furia antes que la amistad.
Para colmo, atravesaba el campo un viento huracanado con ráfagas de casi 50 km/h. Había que ser malabarista para controlar la pelota o meter un pase que llegara al destinatario y no se desviara hacia cualquier parte.
La multitud había alentado con sonoros cánticos a su escuadra, pero el bochornoso espectáculo apagó el fuego de las tribunas. La gente se había entusiasmado con el bello juego asociado de Romain Saiss, los arranques de Younes Belhanda, la técnica de Sofiane Boufal y los toques cortos de Mbark Boussouffa.
Como único punta de lanza, Khalid Boutaib fue lo mejor de su equipo por movilidad y dinámica. Incluso pudo marcar cuando remató de frente al arco a las manos de Esteban Andrada.
La defensa argentina era un colador. Gonzalo Montiel no podía clausurar su lateral, Germán Pezzella no podía con su genio y se metía en todas las peleas, Walter Kannemann tampoco se ordenaba y sólo Marcos Acuña recuperaba e intentaba jugar.
La única lucecita que se encendía en el ataque albiceleste eran los pelotazos precisos de Rodrigo De Paul, con el centrodelantero Lautaro Martínez empecinado en llevarse por delante al triángulo defensivo formado por Manuel da Costa con Medhi Benatia y Karim El Ahmadi que lo encerraban en un círculo de hierro.
Paulo Dybala lucía todo el tiempo fuera de la órbita de sus compañeros, aislado, encaprichado en gambetas individualistas. Por lo tanto eran inútiles los disparos largos o las proyecciones laterales con potencia de Acuña. Todos parecían autitos chocadores de un parque de diversiones.

- Acierto en los cambios -

Los crispados temperamentos tendieron a aplacarse, como si hubieran pasado por una dura reprimenda de los entrenadores.
La batalla táctica la ganaba el DT Hervé Renard sobre el argentino Lionel Scaloni, quien mandó a la cancha a Matías Suárez por Martínez y a Ángel Correa por De Paul, para encontrar variantes de penetración en la retaguardia marroquí, cada vez más refugiada en el fondo.
Cuando Argentina intentó armar un cierto funcionamiento mediante la posesión de la pelota, cayó en la telaraña que fabricaba Marruecos, siempre con superioridad numérica, concentrado, eficaz para romper todo avance rival.

Pero la sorpresa fue el acierto de los cambios. Suárez fue quien habilitó a Correa para el gol. En Marruecos entraron Faycal Fajr y Rachid Alioui, menos para atacar que para garantizar el empate.




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