Cóctel de primera huelga, marcha y visita de presidente de Francia





por Daniel Merolla


La tensión social en Argentina encontró su primera válvula de escape en la primera huelga nacional de trabajadores estatales. Es el primer desafío al presidente Mauricio Macri a dos meses y medio de asumir. Pone bajo prueba también al flamante sistema de control de manifestaciones y protestas callejeras que se denomina "protocolo de seguridad"
Las marchas fueron multitudinarias y tuvieron el respalo de dos centrales obreras opositoras en camino a la Casa de Gobierno, en rechazo a miles de despidos de empleados públicos. El mitin ocupó media Plaza de Mayo y avenidas aledañas.
La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), con 240.000 afiliados en todo el país, organizó la jornada de protesta a la que adhirieron los dos sectores en que se divide la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), junto con partidos de izquierda.
El mitin desafió también al protocolo que reprime los cortes de calles.
Lo extraño o coincidente es que sucedió justo cuando llegaba al país el presidente de Francia, Francois Hollande. Su origen socialista y defensor de derechos humanos lo llevó a gestos fuertes en un gobierno macrista como el de arrojar flores al río en homenaje a los arrojados vivos al mar durante la dictadura. Entre aquellas víctimas estuvieron las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Dumon. Le dio vida al Parque de la Memoria en la Costanera, un lugar que no es el de mayor simpatía para unos cuantos de su movimiento Cambiemos.
Pero también Hollande respaldó medidas económicas extremas como el acuerdo con los fondos 'buitres' o la nueva era política de un país 'creíble'. Una mezcla de diplomacia con intereses económicos profundos al encontrar en el macrismo un aliado amigable para los negocios que todo presidente posmoderno está obligado a propulsar. Los intereses de sus empresas nacionales en este caso. La bandera está primero, siempre.
Mientras se profesaban cariño y abrazos en la Casa Rosada, la calle ardía por primera vez desde que la expresidenta Cristina Kirchner se marchó a El Calafate a unos 'cuarteles de verano', autoexilio de la política urgente que responde sin duda a una estrategia prudente. Si vuelve, esperará un momento oportuno.
"El argumento para echar a 'ñoquis' (argot, empleado que cobra sin trabajar) ya no se lo cree ni el gobierno. Sólo reducen personal", dijo a la prensa Hugo Godoy, líder de ATE. Los sindicatos calculan en más de 20.000 los despidos y se considera que sólo es el comienzo de una ola de cesantías.
El gobierno macrista había sostenido que las cesantías adoptadas desde que asumió el 10 de diciembre afectan a "ñoquis" y militantes del kirchnerismo (anterior gobierno de centroizquierda).
El protocolo otorga cinco minutos para despejar la calle a quien se manifieste sin permiso antes de iniciar una represión.
De la protesta no participó la mayoritaria central obrera, CGT, de extracción peronista. Sin embargo, sus líderes están preparando una medida de fuerza nacional ante la caída abrupta del poder adquisitivo de los salarios frente a una devaluación que llega al 36% con secuela de una escalada de precios.
La concentración en la Plaza de Mayo coincide con la visita oficial del presidente de Francia, François Hollande.
El contexto social es el de descontento y mal humor por una inflación que supera el 30% anual sin que se hayan logrado compensaciones salariales inmediatas. El gobierno anunció una supuesta reducción de impuestos al trabajo para unos 180.000 empleados de categorías mayores, pero derivó en una falsa buena noticia. Con las cuentas en la mano, los gremios se enteraron que más de 200.000 trabajadores y 100.000 jubilados que no pagaban el tributo, ahora tendrán que hacerlo.
Y para colmo, los aumentos de negociaciones paritarias de este año harán desaparecer el beneficio temporario de la devolución de impuestos.