miércoles, 22 de octubre de 2014




 Norma Aleandro: la dama del teatro.

 por Daniel Merolla

 Un momento dorado de la actriz Norma Aleandro que desafía el paso del tiempo fue aquella noche en que anunció al ganador del Óscar 1986 al mejor filme en lengua no inglesa, La Historia Oficial, protagonizada junto con Héctor Alterio, otra leyenda argentina de la actuación.
Tan nerviosa se sentía por la emoción que no podía abrir el sobre de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood en el tradicional instante de suspenso que empieza con "..and the winner is..."
"God bless you (Dios te bendiga)", murmuró casi desmayada sobre el atril antes de gritar "The Official History" y abrazarse con Jack Valenti cuando era presidente de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, sigla en inglés) y luego con el director de la película, Luis Puenzo.
Una lluvia de premios a mejor actriz, incluido el de Cannes, le cayó en aquel tiempo a Aleandro por el personaje de una profesora de historia, esposa de un empresario vinculado a la dictadura (1976-1983), que descubre espantada que su hija adoptiva era una beba robada a padres desaparecidos por el régimen.
El papel le caía como anillo al dedo a una mujer inteligente y sofisticada que se destacaba en obras dramáticas del cine, el teatro y la televisión, idolatrada por el público que la consideró la mejor de su época.
"Fue un acto de coraje. Yo había regresado de España y estábamos en el último año del gobierno militar. La primera escena que grabamos fue aquella en la que se ve la represión real de una manifestación en Plaza de Mayo", relató en una entrevista.
La actriz dijo que cuando la dictadura se enteró de la filmación "empezaron las amenazas y un día, cuando la nena de cinco años que actúa salía de un set con su madre, desde un auto les advirtieron que dejasen de filmar. Suspendimos el rodaje. Lo completamos en democracia".

- "Usted no sirve" -

Nada había sido fácil para quien intentaba desde niña, a los 13 años, seguir los pasos de sus padres, los legendarios actores María Luisa Robledo y Pedro Aleandro.
Una profesora de francés, Simone Garmá, en un curso en Buenos Aires le había dicho: "Usted no sirve" para las tablas y con el talante trágico de una adolescente desilusionada, decidió suicidarse.
"Fui a la Iglesia. Estuve rezando y llorando delante del Cristo. Luego caminé hasta el río (de la Plata), me paré sobre el borde de la costanera, pero no me animé a saltar", contó.
Criada por una abuela española que les leía El Qujiote de Cervantes, con sus padres casi siempre de gira, fue marginada en una escuela donde en la clase de Religión las alumnas judías debían salir del aula, llevadas a un curso de Moral.
"Me rebelé. Fui con ellas a la supuesta clase de Moral. Me aburrí, quedé libre. Decidí ser autodidacta y estudiar teatro", recordó.
Su espíritu transgresor la llevó a integrar el grupo Gente de Teatro, el clan del director David Stivel, que revolucionó el teatro en televisión con la serie Cosa Juzgada, una apuesta estética y social renovadora del género, junto con Federico Luppi, Carlos Carella y Juan Carlos Gené, entre otros.
En las vísperas de la dictadura, un comandó atentó con gases lacrimógenos en medio de una función suya en un teatro de la avenida Corrientes, la Broadway argentina, y luego otra bomba estalló en su casa, con amenazas, por lo que tuvo que exiliarse en España.
Regresó temporariamente en 1981 para protagonizar el estreno mundial de La Señorita de Tacna, pieza del peruano Mario Vargas Llosa con la cual el régimen intentaba limpiar su imagen manchada por las graves violaciones a los derechos humanos.

- Actriz versátil -

En teatro actuó en obras de Eurípides, Molière, Lope de Vega, Cervantes, Tirso de Molina, Tennessee Williams, Bertolt Brecht, Samuel Beckett y Arthur Miller.
Por su rol en el filme Gaby: a True Story, de Luis Mandoki, se convirtió en 1989 en la primera actriz argentina nominada al Óscar y en sus más de 40 películas se luce como una madre con Alzheimer en El Hijo de la Novia, de Juan José Campanella, nominada al Óscar en 2001.
"Campanella tuvo la mano justa para presentar un personaje tan dramático en una comedia", destacó.
Versátil, dejó los papeles dramáticos para incursionar en la comedia, como en la película Música en Espera (2009), de Hernán Goldfrid.
"El humor es lo que mejor lo engancha a uno con la vida. Hay que vivir la vida sin tanto dramatismo", afirmó.
Convertida en guionista y eximia directora teatral, en 2004 fue designada la primera presidenta de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina.
dm

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